Una generación destinada a desaparecer de la faz de la Tierra.
Las causas y los efectos son patentes a quien conoce la suprema e inmutable ley del Creador.
El punto hiper-caótico ya ha sido superado y la degeneración física, psíquica y espiritual ya alcanzado los límites de la imposible sobre-vivencia. Las estructuras portantes de la vida ya no son válidas para establecer los equilibrios genéticos de toda especie sufre, inexorablemente, un forzado suicidio.
Todavía estáis, apenas al inicio del Holocausto.
Lo peor queridos terrestres está por llegar; tenéis ojos para mirar y orejas para oír, para daros cuenta de todo lo que gravita sobre vuestra existencia.
La esperanza la estáis matando día tras día con vuestras continuas locuras destructivas. Lo salvable, a salvar, disminuye cada vez más, a causa de las continuas incapacidades a querer destruir el mal que oscurece y mata.
Los emisarios de la divina providencia son ridiculizados y odiados, y sus exhortaciones al arrepentimiento, confundidas y despojadas de la realidad que propone la sola y única vía de salvación. Habéis preferido la condenación a la resurrección, el mal al bien, la segunda muerte a renacer.
Haciendo así, queridos terrestres, ni siquiera Dios podrá ya ayudaros.
Habéis rehusado cínicamente, de ser su imagen y semejanza, dejando al maligno el privilegio de volver a vuestros espíritus linfa de su naturaleza, hecha de tinieblas y de muerte continua.
A penas se manifieste el Juicio Divino seréis encadenados y juzgados.
¡Hasta pronto terrestres, hasta pronto el Juicio Universal ya ha comenzado!
Del Cielo a
Santiago el hermano del Señor